La Razón / Carlos Ernesto Ichuta Nina
00:17 / 18 de abril de 2013
La historia de los partidos en Bolivia está determinada por
el caudillismo, el faccionalismo, la oligarquización y el divisionismo
políticos. Esta última condición ha permitido incluso el surgimiento de
partidos efímeros y de organizaciones formadas como “partidos taxi”, según una
ilustrativa clasificación de estudiosos bolivianos residentes en EEUU. Con base
en esas condiciones, estos investigadores identifican además al sistema de
partidos bolivianos como carente de institucionalización, apoyando un viejo
estudio de Scott Mainwaring y Timothy Scully. Pero aunque todos los partidos en
el país fueron determinados por las condiciones mencionadas, varios analistas
que han convertido al Movimiento Al Socialismo (MAS) en su objeto de estudio
han lanzado hipótesis que hacen suponer a ésta como una forma partidaria de
nuevo cuño y una organización de características sui géneris.
En primer lugar, Jorge Komadina, Herve do Alto y Pablo
Stefanoni, investigadores que adquirieron autoridad en el tema, argumentan que
fue en el seno de los congresos campesinos que tomó fuerza la tesis de la
constitución de un instrumento político, por lo que el carácter organizativo de
éste necesariamente debía estar en relación con la forma organizativa del
movimiento campesino y los sindicatos, particularmente los cocaleros, el sector
más insistente en la constitución de ese instrumento, con Evo Morales a la
cabeza. Sin embargo, el Primer Congreso Extraordinario de 1995, que reunió a
las organizaciones laborales, campesinas e indígenas, dio lugar a la
constitución de la Asamblea por la Soberanía de los Pueblos, que entró con
serias limitaciones a la arena institucional por carecer de registro. Esto
impulsó a la Asamblea a aliarse con la Izquierda Unida y a sus representantes a
ocupar una posición subordinada respecto de los izquierdistas. La tesis se
había desviado así de los intereses cocaleros, por lo que éstos buscaron por sí
solos la constitución del Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos
(IPSP) y a adquirir la sigla MAS, de origen falangista, asumiendo una forma de
organización partidista. Esto debido a las propias exigencias de la democracia
representativa y la necesidad de proyección de un liderazgo adecuado al
institucionalismo presidencial. Por ello, si bien la constitución del MAS-IPSP
fue distinta a la de otras organizaciones partidistas, en las condiciones de la
democracia representativa tuvo que asumir una forma organizativa fundada en el
caudillismo y la oligarquización del poder, fenómenos históricamente
inevitables en el mundo.
OPINIÓN:
Una de las posibles consecuencias de la burocracia es la
oligarquización, una tendencia a la generación de una élite que tiende a
perpetuarse en el poder. En la medida que distintos campos sociales se van haciendo
cada vez más autónomos, van emergiendo élites sectoriales que defienden sus
propios puntos de vista. Desde este ángulo, uno de los problemas centrales de
las sociedades modernas es la integración horizontal, es decir, el
mantenimiento de relaciones medianamente armónicas entre distintas élites
sectoriales. Por otra parte, también presentan el desafío de la integración
vertical, esto es, el establecimiento de un contacto fluido con el común de la
población.
Bibliografía: La Razón
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