España, ¿un país de corruptos?
En
los tribunales se tramitan más
de 1.600 casos de corrupción y
no pasa un día sin
que afloren titulares involucrando
a alcaldes, consejeros, partidos políticos, hasta a la Casa Real en
procesos judiciales por abuso de poder. Sólo el paro preocupa más:
un 44,5% de los españoles, según el
barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS)
piensa que la corrupción es una de las grandes lacras del país, por
delante incluso de los problemas de índole económica.
"Los
españoles perciben que somos un país de corruptos", explica
Javier Noya, investigador del Real Instituto Elcano y director del
Observatorio de la Marca España. Aunque el juicio es más duro en
casa que en el extranjero, en países como Reino Unido y Alemania
empieza a hacer mella el flujo de noticias desde la piel de
toro, multiplicando
la desconfianza hacia lo español.
¿Está
la corrupción en el ADN nacional? No, coinciden los expertos.
Para
empezar, "en el caso español, si comparamos las percepciones de
la corrupción y las experiencias personales de los ciudadanos hay
una gran disonancia", precisa Víctor Lapuente, especialista en
temas de administración pública y corrupción del Instituto para la
Calidad de Gobierno de la Universidad de Gotemburgo (Suecia). A
diferencia de lo que ocurre en otros países, como Grecia o Rumanía,
la vida diaria no está mediatizada por el pago de sobornos o
corruptelas en servicios básicos, como la educación, la sanidad o
la seguridad ciudadana. En las bajas esferas estamos 'limpios'.El
problema no es la corrupción administrativa, sino la corrupción
política.
Tampoco
es un problema nuevo. Los casos que ahora salen a la luz con tanto
revuelo "se desarrollaron desde la expansión económica, a
partir del año 93" vinculados
en especial al terreno urbanístico,
señala Manuel Villoria. El catedrático de la Universidad Rey Juan
Carlos y Director del departamento de Gobierno y Administración
Pública del Instituto Ortega y Gasset constata que "más que a
nivel del Estado, la
corrupción se ha concentrado a nivel autonómico y sobre todo local,
donde hay menos controles y más discrecionalidad". Recalificar
terrenos era una forma fácil y relativamente 'segura' de ganar
dinero rápido con pocos riesgos.
¿Qué
pasará ahora que el sector de la construcción ha colapsado? "La
corrupción se ha desplazado a otras áreas, probablemente la
contratación pública, las concesiones, las privatizaciones...",
enumera Villoria, que incide en los problemas de la falta de
transparencia en las adjudicaciones y de las famosas 'puertas
giratorias', cuando los políticos pasan a trabajar en empresas del
sector donde anteriormente ejercía su cargo público.
En
el ranking que cada año elabora la organización Transparencia
Internacional sobre percepción de la corrupción España
aparece a la altura de Botsuana,
estancada en torno a la posición número 30 del índice y por detrás
de la mayoría de la antigua UE de los 15.
¿Quién no ha usado nunca un 'enchufe'?
"Con
el 'boom' se hizo la vista gorda, crecieron las oportunidades, pero
eso también indica que la corrupción no está en nuestros genes, no
está en nuestra cultura.
No debemos resignarnos a esa idea", afirma Lapuente, que cree
que la gente responde a los incentivos. Villoria coincide: "Yo
creo que no
somos peores que los ingleses o los suecos.
El español ve claramente lo que esta bien o mal, es muy riguroso. No
hay grandes diferencias en cuanto a las actitudes frente al crimen,
otra cosa es que, como todo el mundo lo hace, a la hora de ponerlo en
práctica la cosa cambie".
El
quid de la cuestión está en los mecanismos sociales que pueden
poner en marcha un
dominó corrupto:
"La gente hace lo que cree que los demás hacen. Si la gente que
tiene ejemplaridad, que nos gobierna y marca las leyes, practica la
corrupción están diciendo: 'hazlo tú también'", apunta
Concepción Fernández, profesora de Psicología Social de la
Universidad Complutense de Madrid.
Así,
de poco sirve aprobar normas si no se cumplen. "Los ciudadanos
participan en actividades corruptas o poco éticas ante la percepción
generalizada de que hay mucha corrupción, de que es posible saltarse
las leyes y hasta es justificable. Esto
destruye el armazón de la sociedady
es muy preocupante", incide Villoria. Por ejemplo, todo el mundo
se queja de los 'enchufados' pero, ¿quién, teniéndolo, no ha
echado mano de un 'enchufe' alguna vez?
Para
otros, el problema es más profundo. "El Estado nos ha
convertido en un país de corruptos al tratar
al ciudadano como un estafadorimponiendo
sanciones y cargas desproporcionadas", denuncia Juan Antonio
Herrero, director del Máster en Ética y Política Pública del
Centro Universitario María Cristina del Escorial. En su opinión, el
resultado de esta "ingeniería social", que toma decisiones
políticas sin tener en consideración criterios éticos, genera un
"sufrimiento tremendo sobre la población" que deviene en
un proceso de desmoralización y opta por defenderse saltándose las
normas. "Si el Estado fuese justo la gente actuaría de otra
manera", insiste Herrero.
Corrupción para todos los gustos
Esa
falta de ecuanimidad permea también a otros niveles. "Somos un
paíscon
mucha impunidad hacia la corrupción.
Ha habido mucha tolerancia desde las altas esferas, especialmente
para la gente que tiene más poder, porque tiene más posibilidad de
escapar de las normas", apunta Fernández. La experta en
psicología social de la Complutense cree en que las consecuencias de
este "desmoronamiento de normas" pueden ser muy graves.
"Hay mucho malestar que tiene que ser encauzado".
El
Banco Mundial define la corrupción como el abuso de poder para
beneficio privado. "Normalmente identificamos la corrupción
jurídicamente perseguible -soborno,
malversación, cohecho...- pero hay otra más sofisticada y compleja
de la que no hay casi información en España", incide Villoria,
en referencia a la
financiación de los partidos y la influencia de grupos de presión a
la hora de elaborar leyes y marcar políticas.
¿Qué
podemos hacer? Para Lapuente, la solución "debe centrarse
enmejorar
la calidad del gobierno más
que perseguir la corrupción con medidas policiales o especiales,
pero esto también puede dar lugar a que el sistema tradicional de
partidos salte por los aires, como pasó en Italia, sin que cuaje una
alternativa, y sea un mal equilibrio sostenido en el tiempo".
Otros
van más lejos. "Haría falta sin lugar a dudas un
pacto nacional contra la corrupción y
una serie de medidas básicas: reducir el poder de los partidos
políticos y hacerlos más responsable frente a los ciudadanos,
reducir la politización de la Justicia, mejorar la labor del
Tribunal de Cuentas, establecer un sistema de denuncias...",
repasa Villoria, miembro del Consejo de Dirección de Transparencia
Internacional.
Los
expertos coinciden en que la transparencia es fundamental. Sin
embargo, la ley que prepara el Gobierno no se ha librado de las
críticas."Está
por debajo de los estándares internacionales",
afirma Jacobo Elosua, cofundador de la Fundación Civio, volcada en
proyectos sobre transparencia y rendición de cuentas. En su opinión,
se queda corta al incluir el silencio administrativo negativo; por la
falta de independencia de la autoridad supervisora, que queda bajo el
paraguas ministerial; al no considerarse el acceso a la informacion
como un derecho fundamental; por la limitación del tipo de
documentos que se pueden solicitar; y exclusiones de entidades como
la Casa Real y los sindicatos o partidos políticos, que parece que
finalmente sí estarán incluidas.
Una factura abultada
La
corrupción tiene un claro impacto económico, explica Noya, porque
"mina la legitimación del gobierno y dificulta poner en
práctica más medidas de ajuste; por otra parte, las empresas
quieren seguridad jurídica, garantías, a la hora de invertir en un
país". Según el Banco Mundial, la corrupción puede
reducir el PIB de un país en más de un 0,5%,
esto es, el equivalente a lo que ha retrocedido
la economía del país en el primer trimestre del
año. "La corrupción actúa como un impuesto regresivo,
y castiga
a los ciudadanos más pobres y a las empresas más pequeñas.
Restringe el acceso de los ciudadanos más vulnerables a los
servicios y se la vincula con una menor calidad de los servicios
públicos. Representa un gran costo para las empresas", afirmaba
el presidente del Banco Mundial Jim Yong Kim recientemente.
La
entidad, además, ha presentado datos muy ilustrativos, recuerda
Villoria: "Implica que hay más gasto público, sobre todo en
áreas de infraestructuras, pero reduce mucho los ingresos públicos.
Es como si a los impuestos a las empresas le aplicáramos una tasa
marginal de hasta 10 puntos, y reduce la inversión, sobre todo a
largo plazo, que es la más productiva".
ANÁLISIS:
He escogido esta noticia relacionada con el poder en España en 2013
y no me arrepiento de haberla elegido ya que muestra muy bien lo que
sienten los españoles y es que en realidad los 'altos cargos' de
España dan la sensación de que se están quedando con la parte más
grande del pastel y es que en tiempos de crisis como los que estamos
viviendo no necesitamos que familiares del rey nos roben y se vayan
de rositas por ejemplo pero claro aquí se demuestra la diferencia de
justicia entre unas clases y otras pero que le vamos a hacer hasta
que no llegue al poder alguien con cerebro y ponga en marcha medidas
que nos beneficien a todos no solo a unos pocos se ira reduciendo
esta diferencia entre ricos pobres, famosos y no famosos,...
OPINIÓN
PERSONAL:
La
lucha contra la corrupción está llena de cortapisas y limitaciones,
debería crearse una especie de FBI español, como agencia
independiente del poder político, formada por expertos con
titulación superior y que pudiera poner patas arriba una oficina de
un ayuntamiento o comunidad autónoma si encontrara indicios de
delito que diera razones para ello, y meter en la cárcel a quien
opusiera resistencia a una petición de información, como ocurre en
USA, donde nadie le tose al FBI. Desgraciadamente, el Gobierno de
Rajoy, está en otras cosas, no tan mal como lo habría hecho
Rubalcaba o Zapatero, pero no bien, desde luego mucho peor de lo que
esperaban sus votantes.
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